I
Todos hemos escuchado ese refrán
sobre hacernos una limonada
cuando la vida te regala sin más
limones frescos para saborear.
II
Y así como mi duende mágico
me ha entregado un sin fin de palabras,
hoy quiero regalarles
esta tonada.
III
Esta es mi manera.
Esta es mi receta.
Así se transforman mis limones
en una cadena de oraciones.
IV
Porque a pesar de la niebla,
el cielo lucha por mostrar su resplandor.
Porque a eso le debemos
un momento de apreciación.
V
Siempre hay belleza
escondida tras la maleza.
A veces es el verdor
otras, una pequeña flor.
VI
El paisaje podrá tornarse gris.
El naranja podrá dar paso a un marrón sin fin.
La nieve podrá esconder todo bajo su tapiz,
pero dentro de esa cueva, encontrarás tu momento de surgir.
VII
Y cuando enciendas tu coraje
el camino se revela,
esperando que contigo
otros más puedan zarpar sus velas.
VIII
Miedo son cinco letras,
pena, apenas cuatro.
Pero el arrepentimiento,
ese sí que es largo.
IX
A su vez,
lo imposible pareciera ser
frustración
y desazón.
X
Te han enseñado a detenerte.
Te han inculcado a ni siquiera intentarlo.
Has tratado de abrir tus alas
y el viento te ha destrozado.
XI
¿Vale la pena seguir probando?
Una vez más,
el arrepentimiento…
es algo muy doloroso de cargar.
XII
¿Prefieres el peso
de una vida no vivida,
o cargar tu cruz
y alzarla como una bandera de victoria y plenitud?
XIII
Aquí te dejo mi invitación.
De rodillas, es más,
te ruego e imploro sin cesar
para que nos des a conocer nuestra humanidad.